–QBP Erik Mendoza Sedeño.
COVID-19 es causado por un virus perteneciente a la familia coronaviridae, denominado coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) por el Comité Internacional de Taxonomía de Virus.
El SARS-CoV-2 es un virus de ARN monocatenario, con un tamaño del genoma de ARN de aproximadamente 30,000 bases y un tamaño de partícula viral comprendido entre 70 y 90 nm. El virus ha evolucionado por recombinación a partir de un virus de murciélago ancestral, con el que comparte entre el 73% y el 100% de identidad genética.
Ahora se reconoce que el virus se une a la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2), una enzima transmembrana que desempeña un papel central en el sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAAS).
Se ha proporcionado evidencia reciente de que ACE2 se expresa ampliamente en tejidos y órganos humanos, especialmente en células de las vías respiratorias superiores e inferiores (especialmente células epiteliales alveolares), corazón, riñón, esófago, intestino, así como en linfocitos. Incluso células de la cavidad oral.
Es mayormente transmisible por medio de gotas respiratorias grandes (es decir, ≥5 μm) en lugar de pequeños aerosoles, así como de manos y superficies contaminadas
Un interesante estudio publicado por Xie et al. ha demostrado claramente que la propagación de gotas depende en gran medida de muchos factores, incluido el tamaño de partícula, la velocidad del aire exhalado, así como las condiciones de temperatura y humedad. Aunque la mayoría de las gotas respiratorias grandes que contienen SARS-CoV-2 caerían a una superficie dentro de una distancia de aproximadamente 1 m, durante la respiración normal, ya que son transportadas por el aire exhalado a una velocidad de aproximadamente 1 m/s, toser o estornudar puede mejorar considerablemente la velocidad de propagación (es decir, 10 m/s para toser y 50 m/s para estornudar, respectivamente), así como la distancia de propagación correspondiente de estas gotitas (es decir, 2 m para toser y 6 m para estornudar, respectivamente).
Durante una infección, el virus se multiplica activamente. Cuando comienza, el virus se puede detectar en muestras biológicas (frotis faríngeo o nasofaríngeo, aspirado traqueal o lavado broncoalveolar). Primero hay un período de latencia en el que todavía no es posible detectar la respuesta de tu sistema inmune. Pero después de unos días, comienzas a producir anticuerpos. Se producen primero anticuerpos del tipo IgM hasta alcanzar un máximo a los 7-10 días para, más tarde, casi desaparecer. Esta respuesta primaria es indicativa de una infección aguda. Posteriormente se producirá la respuesta inmune secundaria, más rápida, intensa y prolongada. Se producirán anticuerpos de tipo IgG y durarán más tiempo en la sangre. Además, a nivel de las secreciones mucosas, como las respiratorias, juega un papel predominante la IgA.
Para detectar la presencia del virus (detección directa) podemos emplear dos tipos de pruebas: la PCR que detecta el genoma del virus o las pruebas inmunológicas que detectan las proteínas (antígenos) del virus. El tercer tipo de prueba es el que detecta los anticuerpos que produces como respuesta a la infección, son las pruebas serológicas de detección indirecta del virus. Hay varias modalidades de cada uno de estos tipos de pruebas.
El virus SARS-CoV-2 tiene una tasa de variabilidad de alta y eso hace más difícil de combatir una enfermedad que llego para quedarse.
Referencias bibliográficas
2. https://microbioun.blogspot.com/2020/04/test-diagnostico-coronavirus.html?m=1
3. https://nextstrain.org/ncov/global